Deseo de corazón que se encuentren todos bien y viviendo con alegría y esperanza este tiempo de sus vidas, agradeciendo cada instante y aprendiendo de los pasos que el camino nos invita a seguir.
Hace tiempo que no comparto algo de lo que voy viviendo aquí en la misión del Buen Pastor, en Kicolo, Angola, África Austral. Este mes pasado he completado tres años de haber llegado aquí y el primer sentimiento que viene al corazón es de “agradecimiento”. Agradecer por todo lo que el Buen Dios me va enseñando junto a la gente de este pueblo y mis hermanos de comunidad. El segundo es de “asombro”, de ver que el tiempo ha pasado tan rápido.
Queramos o no, cada uno de nosotros llevamos “una etiqueta” que nos identifica de una u otra manera por aquello que hacemos y tentamos de ser. Soy “misionero”, y estoy aquí en Angola como tal y esto va siendo para mí una “fuerte experiencia de vida”, “una fuerte experiencia de encuentro con Dios atreves de la gente” con la cual voy compartiendo “alegrías y tristezas”, “caricias y arañones”, “muchas esperanzas”, “tantos sueños”… es una manera de vivir la vida, escoger estar del lado de los más humildes, y encontrar en ello un camino de profunda felicidad. Felicidad teñida con los tantos colores que la vida nos presenta cada día. Bresillac, el fundador de la SMA decía: “sean misioneros desde lo profundo del corazón”. Con el tiempo voy experimentando que el ser misionero, es recorrer un camino de aprendizaje, que me va llevando al “profundo del corazón” no solo de mí mismo, sino también de los otros, de la historia, de Dios.
Angola está en un tiempo de profundos cambios. Después de la guerra, se desató un grande crecimiento económico debido a la cantidad de recursos económicos con que cuenta el país, sobretodo petróleo y diversos minerales procurados hoy en el mercado internacional. Lamentablemente la riqueza es concentrada en un grupo muy selecto y en las empresas internacionales que explotan los recursos naturales del país. Las estructuras sanitarias y de educación no llegan a cubrir mínimamente las necesidades reales de la gente. Sin embargo muchos jóvenes hoy acceden hoy a un estudio universitario y esto les va proporcionando una capacidad más crítica. Los cambios no serán inmediatos, pero se va gestando algo nuevo.
Kicolo es una de las zonas marginales de la gran capital, Luanda. Nuestros barrios estás superpoblados e carecen de agua potable y electricidad. La carencia de hospitales y centro de salud sigue siendo uno de los grandes problemas. En medio de la pobreza la gente despierta una grande capacidad creativa para “sobrevivir” y un fuerte sentido de solidaridad. A pesar de que los desafíos sean muchos, aprendo y me admiro cada día de ver cómo la gente mantiene vivo el optimismo, su espíritu de lucha y la sonrisa.
Nuestras comunidades cristianas intentan ser signos de esperanza, en donde se celebra la vida y se procura crecer humana y espiritualmente. Una de las opciones sigue siendo “la educación”. Además de las 5 escuelas de enseñamiento primario y primero siclo secundario, hemos abierto este año un centro profesional en donde los adolecentes y jóvenes más desfavorecidos aprenden un oficio y una formación integral. Estamos en la primera etapa de organización de este centro y por el momento solo se enseña “herrería y soldadura civil”, esperamos de aquí a fin del año próximo poder sumar otros dos cursos.
Otra opción que hemos hecho en el trabajo misionero es “la promoción de la mujer”. Existe aquí en Angola un grande movimiento de mujeres llamado “PROMAICA” (Promoción de la Mujer Angolana). Es un espacio en donde la mujer puede encontrarse con otras mujeres para recibir formación e emprender pequeños proyectos, que las ayude a organizarse y defender sus derechos y dignidad. En este movimiento muchas de ellas encuentran un lugar para fortalecerse, para ser escuchadas y crecer espiritual y humanamente. Hay entre ellas un gran clima de solidaridad. La formación que reciben las ayuda a mejorar su condición de vida y ser agentes de desarrollo en los medios en donde viven.
Otra opción de nuestro trabajo misionero son “los niños, adolecentes y jóvenes”. Es donde dedico mayor tiempo y dedicación. En nuestras barriadas el porcentaje de niños, adolecentes y jóvenes es elevadísimo. Además de las escuelas que están al servicio de ellos, brindamos espacios de formación a partir de grupos diversos y actividades que ayudan al crecimiento humano y espiritual de ellos. Organizamos charlas debates, momentos de retiros y reflexión, momentos de oración, campamentos… Espacios en donde puedan encontrarse consigo mismos y con los otros. El contacto con los pibes es una experiencia linda, sus búsquedas y esperanzas rejuvenecen siempre el alma.
El día 10 de julio será la inauguración de nuestra nueva parroquia, “Santa Isabel”. “Santa isabel” pertenecía antes a la parroquia del Buen Pastor (Kicolo) y a causa de la densidad de la población fue decidido abrir la nueva parroquia. Padre Angelo está trabajando mucho en la construcción de la Iglesia y de la casa que albergará los misioneros que trabajarán allí. La gente está con mucho entusiasmo en los preparativos de la inauguración de la nueva parroquia, sienten más cercana la presencia de los misioneros y se puede observar con alegría como ha crecido la comunidad. Acontece algo similar en Nambuangongo en donde está trabajando padre Walter. Una parroquia rural en donde durante los años de guerra la gente sufrió muchísimo y las comunidades quedaron muy frágiles. La presencia de Walter junto a dos hermanas mejicanas está reanimando la vida de esas pequeñas comunidades. Signos de esperanza, que van mostrando que la vida “ofrecida” despierta nueva vida.
Estamos esperando para este 2011 la llegada de dos nuevos hermanos SMA que se sumarán a la tarea misionera aquí en Angola. Es motivo de grande alegría y esperemos que con el tiempo puedan llegar otros. En este ir haciendo camino voy descubriendo con alegría que, a pesar de las fronteras y distancias culturales, puedo sentirme hermano de esta gente y buscar juntos a ellos un mundo un poquito mejor, el cual “comienza por casa” como se dice “procurando de transformar el egoísmo y orgullo personal” para dar espacio a una mayor solidaridad y compartir.
Me voy despidiendo de todos deseándoles lo mejor y pidiéndole que en sus oraciones no dejen de rezar por nosotros. Si bien no me comunico tanto, sepan que están presentes en mi oración y deseando para cada uno lo mejor. El Dios de la vida los siga bendiciendo a todos. Un abrazo grande de este “negro cordobés”.
Ceferino Miguel Cainelli, sma.